Padre, en la madrugada del campo
sigue creciendo el eco de tu nombre
cantando sobre la tierra llapana
de Pinilla donde las lunas mueren
siempre afilando su propio dolor,
cómo tus pasos cuculíes que siguen
dejando huellas en la pizarra de arena
cómo contando todas tus nostalgias
sobre cada grano que arde bajo el sol,
aún eres la voz que arropa mis sueños
cuando la madrugada te crea otra vez
cuando me despiertas para trabajar.
¿Y si la tristeza te asesina otra vez?
tus lágrimas llegarán hasta mi sangre
cómo un río que no se cansa de doler.