Torta en la cara

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Hoy es cumpleaños de Sofía Madre, debo comprar una torta para ella, lo sé porque le pregunté, me ha dicho que, si, es su cumpleaños y desea una torta, ¿Qué torta? Le preguntaba mientras salía de la ducha y me alistaba para ir a trabajar. Torta helada, sentenció saltando como loca, subiendo y bajando de una tabla que se ha comprado para hacer aeróbicos.


Bajo por las escaleras, enciendo el motor de Sócrates, el carro; salgo de mi casa y llamo a Mamá, gracias al bluetooth de Sócrates puedo conducir y hablar por teléfono; torta helada ¿Tú sabes comprar torta? pregunta mamá, pero por su puesto, respondo y paso saliva.


Salgo de Surco e ingreso a San Juan de Miraflores por Alipio Ponce, Sócrates ronronea suave sobre el pavimento a pesar de que los baches de San Juan lo apuñetean de esquina en esquina. Me despido de Mamá, después del trabajo iré a comprar la torta para Sofía Madre, pero comprar en el super mercado en estos tiempos es jugarse la vida, entraré a Wong con una armadura en la cara, revisaré los anaqueles con sigilo extremo, como sicario armado con mi pulverizador de alcohol, compraré la primera torta que vea y saldré corriendo, volveré alegre a mi casa con la bendita torta, destaparé su cubierta bañada en alcohol y se la entregaré con una sonrisa de mascarilla; pero ella me mirará con decepción, enfado y misericordia, pensándome, eres un huevón, no has entendido nada, lo que quiero es un regalo, además de la puta torta. ¡Ay! ¿Por qué serán así los hombres?


Paso saliva, Sócrates ingresa a la cochera del trabajo ¿Por qué las mujeres hablan siempre en clave? quieren que los hombres adivinen todo. A ellas no les gusta expresar sus deseos, porque esperan que ellos los descubran cómo una gran prueba del amor que dicen que existe y una reconfirmación de que eligieron al menos idiota. Prendo el WhatsApp para contarle a mis hermanos, ellos ríen, y después contribuyen a la lluvia de ideas de regalos posibles. Una cartera, ni hablar, tiene más de cincuenta, por eso le he dicho que debemos vender la mitad para hacer espacio en el ropero. Flores, todos los años le regalo flores con ocasión de la fiesta de San Valentín ¿Las Mujeres nunca se aburren de las flores? Flores ni loco, recomienda mi amigo Don Omax con quien hablo más tarde, por cuantas manos pasa un atado de flores mientras las cargan, las cortan, las atan, las arreglan bonito, fijo que las flores salen cubiertas por el aliento de todas las variantes de Covid.


Un celular no, tiene uno nuevo, además es muy costoso. Una Joya, ni hablar, la última vez que entré a la joyería salí deprimido por los precios extremos de los metales innecesarios y despedazado por la mirada de rayo empobrecedor que me lanzan las vendedoras altaneras, que Gokú me libre de las vendedoras de joyas. ¡Una crema de manos! esa puede ser, no hace bulto, no es una compra ostentosa, las mujeres siempre necesitan cremas. Googleo, aparecen treinta y seis millones de páginas de cremas para manos, primer artículo: "Las 12 mejores cremas para rejuvenecer tus manos", segundo: "Las mejores cremas de manos para evitar la sequedad", tercero: "Las mejores cremas para hidratar las manos resecas"; descubro que los artículos de crema de manos de google más vistos son aquellos que titulan con la palabra "mejores", así nos miente la mercadotecnia, ninguna de esas cremas sirve para algo bueno, es una dependencia como la droga, los vendedores de cremas de manos son como narcotraficantes, está bien, compraré la crema.


Entraré a Wong como sicario apuntando con mi pulverizador de alcohol a todo lo que se me acerque, buscaré con frenesí una crema de manos, aunque lo más seguro es que compre lo primero que vea y salga de allí corriendo para no ser infectado.







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